lunes, 25 de noviembre de 2013

25 de Noviembre - Día Internacional Contra la Violencia hacia las Mujeres


BASTA DE VIOLENCIA OBSTÉTRICA!!

Todas las mujeres, en mayor o menos medida sufrimos este tipo de violencia.
TU ABUELA, TU MAMÁ, TUS HERMANAS, TU MUJER, TUS HIJAS, TU
S NIETAS,TUS SOBRINAS, TUS AMIGAS...
Y es tan difícil erradicarla porque está socialmente aceptada, naturalizada.
Ninguna mujer está exenta, por mucha medicina privada o recursos que tenga.


ABRAMOS LOS OJOS POR FAVOR!!
Para darle a las cosas el nombre que les corresponde.
Para ayudar y apoyar a las mujeres la sufren.
Para denunciar y visibilizar esta problemática.

Llamarte con diminutivos y no por tu nombre, hacer alusiones a tu aspecto físico o infantilizarte ES VIOLENCIA
No brindarte información completa y concreta sobre pros y contras de prácticas y maniobras ES VIOLENCIA
Realizar cualquier procedimiento, práctica o maniobra sin tu consentimiento ES VIOLENCIA
Usar medios intimidatorios y coerción, provocar miedo para forzarte a tomar decisiones o aceptar las ajenas ES VIOLENCIA
No permitirte estar acompañada ES VIOLENCIA
Realizar prácticas de rutina sin fundamento médico ni científico ES VIOLENCIA
Obligarte a adoptar posturas o comportamientos determinados ES VIOLENCIA
La extrema medicalización y tecnologización del proceso natural del parto ES VIOLENCIA
Provocar o apurar un parto o hacer una cesárea sin razones médicas de peso ES VIOLENCIA
Apurar un parto o hacer una cesárea como consecuencia de las intervenciones previas ES VIOLENCIA
Responsabilizar a la mujer por el resultado ES VIOLENCIA
Interferir el contacto con el bebé en el primer instante y las primeras horas ES VIOLENCIA
Obligarte a renunciar a tus derechos para brindarte atención ES VIOLENCIA

Las VICTIMAS

Uno de los aspectos más difíciles para la visibilización y erradicación de la VIOLENCIA OBSTÉTRICA es el reconocimiento de la propia víctima. 

Muchas veces la víctima no puede reconocer que ha sido violentada, que sus derechos no se respetaron y que el daño sufrido ha sido consecuencia de un accionar externo y no del "destino". Que las situaciones o procedimientos que creyeron “necesarios” o “urgentes” no lo eran tanto. Que el problema se podría haber evitado…
Esto es comprensible, porque no es fácil asumirse en ese rol de víctima, menos aún cuando una se encontraba vulnerable y depositaba la confianza de su salud e integridad en su victimario. O cuando el victimario (cuantas veces lo hemos visto) te responsabiliza por lo ocurrido.

También es complejo cuando toda la sociedad valida y acepta ese accionar, cuando nos condiciona desde pequeñas a ser sumisas, a “portarnos bien”, a respetar la autoridad aún a costa de nuestro propio sufrimiento.

Por eso ocurre que cuando la víctima se enfrenta con la imagen de la violencia sufrida (por ejemplo cuando alguien le dice que eso que le pasó no está bien, que no debería haber ocurrido) entonces aparece la negación, el cuestionamiento, la autodefensa o la defensa del victimario.
Lógicamente, es muy duro aceptarlo, lleva mucho trabajo y requiere mucha voluntad elaborar ese sentimiento de traición, de humillación, de culpa. Hay que esperar el momento, cada una tiene SU momento para para perdonar y perdonarse, para salir adelante fortalecidas.

Hay que ser cuidadosos con las víctimas de la violencia, para no seguir violentando. Echar luz sí, pero respetando los tiempos y los procesos de cada una.
Hay que acompañar con respeto, validando los sentimientos y honrando los motivos… hasta que, llegado SU momento puedan enfrentarse a esa imagen dolorosa de sí mismas y sanar las heridas.


Los VICTIMARIOS... ¿qué les pasa a ellos? desde algunas citas muy interesantes:

“…trabajamos dentro de un medio donde hay un sometimiento en cadena. […] En todo el sistema de salud hay una enorme presión sobre los profesionales, en la que las empresas someten a los médicos, éstos a las parteras, y nosotras a la vez lo hacemos con las mujeres. Estas empresas pagan poco y mala los profesionales, y esto deriva en maltrato.”  Raquel Schallman, partera

“Un parto es el límite, la bisagra, donde se tocan la vida y la muerte. Se supone que estamos allí para ayudar a dar vida. Pero todos sabemos que la muerte […] es una posibilidad que existe. Y este temor es ancestral. Sin embargo nuestra sociedad nos formó para evitar pensar en ella, para no aceptarla, para temerle.
[…] Es natural que la embarazada esté asustada […] Pero a las mujeres se les niega este derecho. Y también se nos niega a los profesionales que estamos ahí […] Pero esta negación nos aleja de un sentimiento muy primario e imposible de evitar. 
[…] Aunque todos sentimos en un nivel consciente o inconsciente este temor a la muerte, nadie nos enseñó a reconocerlo y a hacer algo con él. […] Y lo más probable es que lo pongamos fuera de nosotros. Que deseemos que ese parto pase lo más rápido posible para calmar nuestra ansiedad y salir del miedo. Y ahí es cuando intervenimos sin necesidad, ya sea con hechos o con palabras inadecuadas”.
Raquel Schallman, partera


“La VIOLENCIA que no queremos ver es la peor de todas. Es la que se consiente y se fomenta porque no existe. […] 
Cada vez que le metemos los dedos en la vagina a una mujer, la estamos violentando. Si lo hacemos sin pedirle permiso, la estamos violando.
Cada vez que se le hace una episiotomía a una mujer, la estamos violentando. Si se hace sin pedirle permiso estamos mutilándola salvajemente.
Cada vez que se pasa a la habitación donde una mujer está de parto, sin que ésta nos haya invitado a pasar, la estamos violentando. Si además, lo hacemos en grupo y hablando como si ella no estuviera allí, estamos invadiendo su intimidad, le estamos faltando el respeto y estamos cometiendo un delito.
Cada vez que una mujer pare en litotomía, cada vez que piensas, matrona de turno, que la mujer que te ha tocado es una listilla, cada vez que no te presentas, que no miras a los ojos, cada vez que no explicas lo que haces, cada vez que te sientes superior, cada vez que "pares" a una mujer.... Todas y cada una de esas veces, compañero/a, estás cometiendo un acto de VIOLENCIA OBSTÉTRICA, te guste o no te guste, lo veas o no.” 

Choni Gomez Lopez, matrona

“La violencia obstétrica sólo cesará cuando los profesionales de la atención al parto puedan reflexionar y sanar sus propias heridas, es decir, el dolor que acarrean fruto de la (de)formación que recibieron. Matronas, ginecólogas, residentes, enfermeras…muchas dejaron de trabajar en el paritorio porque no soportaban trabajar de forma violenta, no se sentían capaces de hacer episiotomías a mansalva, kristellers, o observar como otros lo hacían. Las que siguen ahí, en paritorios donde el respeto hacia las mujeres no es absoluto continúan sufriendo, con insomnio, con irritabilidad, con conflictos graves en ocasiones. A menudo esa sensibilidad exquisita se vive como un fallo personal, como no ser capaz de hacer lo que otros si hacen, o de cobardía por no atreverse a dejar el puesto de trabajo o a plantarse ante los que dan ordenes absurdas y dañinas. Tenemos que seguir creando espacios de encuentro y debate para profesionales de la atención al parto, donde puedan escucharse y reconocer su propio dolor para desde ahí poder cambiar la atención a madres y bebés.”
Ibone Olza, médica psiquiatra


“Que las mujeres quieran informarse y decidir es algo que parece irritar tremendamente a quien no está dispuesto a entender que su puesto no es de mando, sino de servicio. Toda una cultura por cambiar… Creo sinceramente que la mayor parte de los profesionales que atienden partos son vocacionales, lo hacen lo mejor posible, y tratan de seguir mejorando, a pesar del escollo que supone haberse formado en un modelo de atención al parto obsoleto. Pero también constato una y otra vez que el sistema tiene graves defectos, como lo es que no haya una buena selección del personal adecuado para acompañar a las mujeres y los bebés en un momento tan crítico y transcendente de su vida. No se entiende que para ser bombero –por ejemplo- haya que pasar una serie de pruebas psicotécnicas … y para atender partos vale cualquiera. Cabe preguntarse por qué gente capaz de demostrar este grado de crueldad y ensañamiento hacia las mujeres escogen una profesión que las sitúa en una posición de poder frente a ellas en un momento tan vulnerable. Cabe también preguntarse por qué el sistema es incapaz de comprender el daño que hacen este tipo de profesionales y lo permite. Y cabe preguntarse –por último- por qué las leyes que garantizan los derechos de los pacientes –usuarias, no pacientes, en el caso de las parturientas- se respetan escrupulosamente en todas las especialidades excepto en obstetricia, donde el derecho a tomar decisiones informadas es todavía una batalla por ganar.”
Isabel Fernandez del Castillo


“¿donde está la violencia en los partos? ¿Es posible admitir que los profesionales que atienden un nacimiento ejercen actitudes violentas sobre la madre y su niño? Resulta difícil admitirlo, especialmente cuando hacemos de la palabra violencia sinónimo de agresión física, pero existe otra forma de violencia, tan sutil que hasta puede pasar desapercibida para quien la ejerce, probablemente porque desconozca que su actitud pueda ser percibida como tal por quien es objeto de su atención. […] Los progresos médicos han traído aparejado ciertos efectos secundarios tan importantes como los mismos problemas que intentan solucionar. En nuestro deseo de ayudar, hemos cometido errores. Las técnicas excesivamente quirúrgicas en los partos normales, la ruptura del vinculo madre-hijo, la separación de la pareja, son manifestaciones indeseables en la atención cotidiana de nuestros partos. Aquí la violencia es moral, afectiva; no menos importante que la física, más aun, sus efectos pueden ser más perjudiciales, pues perduran a través del tiempo, constituyendo un verdadero trauma. Pero ello no es obligado. Pasa por tomar del avance científico sólo lo bueno, desechando aquello que transgreda las leyes de la naturaleza. La omnipotencia del género humano le ha hecho olvidar que es parte integrante del reino animal, y en nuestro intento por controlar la naturaleza, nos hemos apartado de ella.” Dr . Luis Papagno


El ESTADO

La Ley Nacional 26.485 de protección contra la violencia hacia las mujeres define, en su Art. 6 inciso "d", a la violencia obstetrica como: "Aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo ylos procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929"

Aún falta mucho desde lo legal e institucional para erradicarla normatizando procesos para castigarla, sin embargo las autoridades están comenzando a entender y aceptar que este tipo de violencia ESTA SISTEMATIZADA tanto en el ámbito privado como en el público
De a poco se van instrumentando planes y vías de denuncia como la que compartimos abajo.
La frutilla del postre sería que finalmente salga la reglamentación de la Ley 25.929 sobre Derechos en el Nacimiento, más conocida como Ley de Parto Respetado, sancionada en 2004.

Todavía no hemos conocido casos de sanciones reales y efectivas a quienes hayan ejercido este tipo de violencia. Pero de todos modos, DENUNCIAR ES IMPORTANTÍSIMO, ES VITAL para dar a conocer a las autoridades las situaciones que las mujeres enfrentamos diariamente y que se tome conciencia de la magnitud de esta problemática.

SI SUFRISTE VIOLENCIA OBSTÉTRICA, BUSCÁ APOYO Y DENUNCIÁ

Instructivo de Denuncias del Ministerio de Justicia


Test de Violencia Obstétrica

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