domingo, 30 de marzo de 2014

Qué es lo que me gusta de ser Doula

Luego de pasar la Semana Mundial de la Doula difundiendo información sobre esta linda labor, me quedé pensando en todo lo que implica, lo lindo, lo bueno y lo malo...

Ser Doula, antes que nada, requiere de una vocación y una vivencia personal muy fuerte, así como la capacidad de saber correrse, hacerse presente pero invisible al mismo tiempo.
Requiere compromiso, constancia y un trabajo constante con una misma, con las emociones, con las necesidades, con nuestras propias historias. Requiere ante todo ser auténticas, ser honestas en nuestros aciertos y en nuestros errores.

Sin dudas una de las cosas más lindas de esta rol es la de poder ser testigos del milagro del nacimiento. Poder estar en el momento mágico, trascendental y preciso en que ese ser hace su entrada a este mundo y esa mujer se convierte en madre, es un privilegio absoluto. Cuando una madre y un padre reciben con felicidad a un hijo ¿qué puede ser mejor que eso?

Sin embargo hay otras facetas que son también interesantes, una especialmente, es poder acompañar y ver como una mujer o una pareja va ganando confianza en sí mismos, como buscan hacer realidad sus deseos y darle a su hijo la bienvenida que merece.


Me gusta ser Doula porque:

  • me gusta acompañar a las mujeres a encarar la maternidad con conciencia, no importa de qué manera lo hagan ni cuáles sean sus elecciones al final del día, sino cuanto se involucren y se sumerjan en la vivencia.
  • me gusta observar la fuerza de la Naturaleza manifestándose en su cuerpo
  • me gusta ver como el miedo y las dudas se van disipando, como adquieren confianza y asumen el protagonismo que les corresponde en esos momentos tan importantes de su vida
  • me siento honrada cuando me invitan a ser parte de ese maravilloso e íntimo evento del nacimiento
  • me gusta ver la luz en sus ojos  y la felicidad cuando lo han logrado
  • me gusta ver a las familias crecer, aprender y desarrollarse también durante la crianza
Pero también hay momentos en los que las cosas se complican o no resultan como se esperaba. Entonces me tranquiliza saber que ahí estamos para tomarle la mano, para darle ánimo o simplemente estar ahí, atenta a sus necesidades emocionales.

Lo más importante y gratificante es poder compartir acompañar y compartir ese proceso, no importa cómo, ni cuando, ni dónde, porque cada mujer es única y lo hará de la mejor manera posible para ella.



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