Por Hermine Hayes-Klein – Traducido por Shakti Mama
Texto original aqui
Se mantuvieron casi
todos los hipervínculos del texto original (aunque están en Inglés), excepto en
los casos donde se optó por vincular con contenidos relevantes en español.
Como la mayoría
de la gente, siempre pensé que parir era como las imágenes que crecí viendo en
los medios. Las mujeres daban a luz recostadas de espalda en camas de hospital;
los doctores hacían nacer a los bebés, los levantaban de sus pies y palmeaban
su cola para obtener un llanto saludable. Los recién nacidos eran acomodados en
filas en la “nursery” del hospital, para ser observados por los familiares a
través de una gran ventana. No sabía que esas prácticas provenían de cuando las
mujeres daban a luz bajo anestesia general y sus bebés estaban demasiado
drogados para respirar por primera vez sin un shock, como una palmada, para
hacerlos resollar.
No sabía que las
prácticas que yo pensaba que eran “normales en un parto” tenían muy poco sustento en la evidencia
y a menudo resultaban contraproducentes para las necesidades fisiológicas básicas
de la madre y el bebé mamíferos. No sabía que dar a luz podía ser mucho mejor, y mucho peor,
que las imágenes corrientes del parto medicalizado. Solo empecé a conocer la
verdad sobre el parto cuando empecé a escuchar las historias de las mujeres
sobre las circunstancias en las que daban a luz.
Las mujeres que
experimentaron partos empoderados y orgásmicos necesitan contar esas historias,
para que la gente entienda lo que es posible cuando las mujeres están realmente
acompañadas y sostenidas durante el trabajo de parto y el parto. Igual de
importante es que las mujeres compartan sus historias de partos
“des-empoderados”, para exponer la existencia de la falta de respeto y el abuso
en la atención de maternidad y el impacto que esto tiene en las mujeres y sus
bebés.
Si le pides a
las mujeres que te cuenten sobre el día en que fueron madres, descubres que
muchas mujeres tienen dos capas de su historia de parto. La primer capa es la
historia que le cuentan a todo el mundo: “Si, fui inducida, tuve una cesárea,
el bebé terminó en la unidad de cuidado intensivo neonatal, pero los doctores
tenían razones para todo eso. Lo que importa es que el bebé nació y está sano.”
Esta es la
historia que hace que todo el mundo haga gestos de aprobación, la historia que reafirma el acuerdo
cultural de que lo que ocurre en el parto no es importante, mientras que la
madre y el bebé salgan vivos. Pero si continuas escuchando, si le pides a
las mujeres que te cuenten todo lo ocurrido desde que comenzó el trabajo de
parto, te cuentan la historia sobre un día muy importante en sus vidas.
Frecuentemente, lloran. Las mujeres a menudo lloran cuando cuentan sus partos,
ya sea que el recuerdo es alegre o doloroso; mantenemos esos recuerdos en
nuestros cuerpos emocionales.
Cuando las
mujeres comparten el recuerdo de haberles sido abusadas o faltado el respeto
mientras daban a luz a sus bebés, sus ojos retienen un dolor que cala hondo.
Muchas mujeres cuentan los días y los meses en los que su relación con su
recién nacido y su habilidad para cuidar de su bebé, fueron afectadas por el
trauma. Cuentan haber tratado de hablar sobre eso con sus familiares y amigos, y
que se les recordara que su bebé está sano y ser alentadas a dejar el parto
atrás. La mayoría de las mujeres lo
hacen, y se quedan con la primer capa de
la historia que pasa por alto los detalles y enfatiza el resultado. Pero cada vez más y más mujeres, alrededor
del mundo, están contando públicamente sus historias de parto reales.
Las mujeres
están encontrando el coraje para pararse y compartir sus experiencias
personales de violencia obstétrica, y demandan responsabilidad y el
reconocimiento de sus derechos en la atención de maternidad.
La única forma
de que la atención de maternidad mejore es si se dejan oir las voces de las
mujeres.
Muchas violaciones a los derechos
humanos en el parto implican un trato deshumanizado y la
información sobre salud pública tiene una habilidad limitada para iluminar el
trato deshumanizado. La encuesta nacional (Estados Unidos) “Escuchando a las Madres III”
mostró que muchas mujeres reportaban haber sido presionadas a aceptar
intervenciones y haber recibido intervenciones sin su consentimiento. El
significado de esos números solo puede ser entendido a través de los detalles
de las experiencias de presiones, coersión y tratamiento no consentido durante
el parto. La falta de respeto y el abuso están lo suficientemente extendidos en
la atención de maternidad que estas experiencias ahora tienen un nombre: violencia obstétrica.
Violación en el parto.
Las mujeres alrededor del mundo están reportando que estas palabras con las que mejor
describen el trato recibido mientras daban a luz a su
bebé.
Ver también: Ponerle palabras y el hombro a la violencia obstetrica
Ver también: Ponerle palabras y el hombro a la violencia obstetrica
Mientras las mujeres comparten entre sí sus
experiencias personales de parto, se están dando cuenta de su importancia
política y organizándose para demandar un cambio.
En el verano de 2014, el grupo “Mejorando el Nacimiento”
de los Estados Unidos lanzó la campaña sobre violencia obstetrica “Rompe el
Silencio” [#breakthesilence] en las redes sociales. Más tarde ese año, la
agrupación “Derechos Humanos en el Parto”
realizó un informe de tipo amicus curiae en
la demanda pendiente ante el Estado de Nueva York que realizó Rinat Dray sobre
la cesárea violentamente forzada a la que fue sometida ella y su tercer bebé.
El informe presenta 42 historias completas escritas por mujeres norteamericanas
que habían experimentado una violación a su derecho de autonomía en el parto, e
intercala citas de esas historias en una argumentación sobre por qué el derecho
de consentimiento informado y la negación informada [“Autonomía de la
Voluntad” según la Ley Nacional 26.529] necesita ser reconocido
en la atención de maternidad de los Estados Unidos [lo mismo ocurre en
muchos otros países como el nuestro]. Una de las
mujeres que compartió su historia en el informe, lanzó un proyecto artístico de
concientización utilizando citas de la campaña “Rompiendo el
Silencio” en algunos de los trabajos.
El año pasado,
una mujer de California cuya episiotomía no consentida
fue captada en su video de parto, subió el video a Youtube para mostrarle a la
gente como luce la violencia obstétrica en la realidad. Donde fuera que “Kelly”
buscara reconocimiento de que lo que le había ocurrido NO estaba bien, ella era
rechazada o le decían que no se podía hacer nada al respecto. El mismo coraje
que movilizó a Kelly a alzar la voz por si misma mientras su bebé estaba
coronando y su doctor y su madre le gritaban a ella, motivó a Kelly a llamar
abogado tras abogado preguntando si la ayudarían a pelear por sus derechos de
atención médica y a presentar una demanda por sí misma cuando ningún abogado se
interesó en su caso.
Kelly hizo esta
declaración para un artículo reciente
sobre su caso: “Quiero que la gente sepa que todos tienen derechos sobre su
cuerpo y derecho a la información sobre procedimientos. A mi me quitaron esa
opción. Si esto me pasó a mi, te puede pasar a ti. Le puede pasar a tu hija. Mi
video y yo y “Mejorando el Nacimieto” estamos enviando un mensaje a todos los
obstetras y enfermeras que tratan así a las mujeres ̶ como si no tuvieran derechos, como si no
fueran seres humanos… También quiero que la gente comprenda que mi propósito y
la razón para esto es cambiar el sistema donde las mujeres pueden ser tratadas
de esta manera y no tienen recursos, no hay nadie que las proteja y nadie que
asuma la responsabilidad después.”
En Alabama,
Caroline Malatesta, madre de 4 hijos, está demandando por a responsabilidad del
hospital cuyas enfermeras, en contra de sus reclamos, estando ella sobre sus
manos y rodillas [en 4 patas ] la giraron a la fuerza poniéndola sobre su
espalda mientras su bebé estaba coronando, causándole daño a su pelvis que le
dejó un dolor severo y crónico. Como Kelly y Rinat, Caroline le pide al sistema
legal que declare con autoridad que la violencia contra los cuerpos de las mujeres
es inaceptable en cualquier situación, incluyendo el parto.
Las mujeres que
comparten sus historias de violencia obstétrica y demandan responsabilidad por
la falta de respeto y el abuso lo hacen, como Kelly, porque quieren asegurarse
de que lo que les ha pasado no le ocurra a otras mujeres. Sus historias,
juntas, tienen el poder de generar ese cambio.
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“Los ministros de salud estaban shockeados cuando escucharon estas historias,” dice Elena. “Ellos dicen, ‘No sabíamos que estos problemas existen en Italia,’ y quieren encontrar soluciones para asegurar un cuidado respetuoso.” El pasado otoño, la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) lanzó una hoja de ruta para la atención de maternidad respetuosa, con una guía oficial FIGO para “Maternidades amigables con y bebés”. Estas pautas de la FIGO, una iniciativa conjunta con la Confederación Internacional de Parteras, la Alianza de Cinta Blanca, la Asociación Internacional de Pediatría y la Organización Mundial de la Salud, y tomando el trabajo de la International MotherBaby Childbirth Initiative, declara:
“FIGO considera que cada mujer tiene el derecho a
una experiencia positiva de parto y a cuidados compasivos de proveedores
expertos y capacitados, que reconozcan que cada mujer, familia y recién nacido
son únicos y merecen una atención individualizada y digna. La evidencia pública
de violaciones a los derechos humanos de las mujeres durante el parto es
shockeante e inquietante, pero también puede servir como empuje para la
acción.”
Las historias
sobre violaciones a los derechos humanos en el parto son difíciles de contar, y
pueden ser difíciles de escuchar. Pero si las mujeres tienen el coraje de
contar sus historias, entonces aquellos que las escuchan pueden entender los
problemas, y empezar a encontrar soluciones.
Los activistas y
líderes comunitarios pueden crear espacios para que las mujeres compartan sus
historias, desde encuestas hasta campañas en los medios, con el objetivo de
iluminar lo que las mujeres están experimentando a nivel local. Las encuestas
están siendo utilizadas por investigadores y activistas a través de Europa del
este para iluminar las experiencias de las mujeres y la prevalencia de los
estándares de atención no basados en la evidencia. La Asociación Portuguesa por
los Derechos de las Mujers en el Embarazo y el Parto, recientemente recolectó
3800 historias de nacimientos y usará esas historias en esfuerzos para dar voz
a las realidades que enfrentan las mujeres que dan a luz.
En la medida en
que las mujeres cuentan las historias verdaderas de lo que ocurrió el día en
que dieron a luz, están rompiendo el silencio sostenido por la fuerza de un
tabú. Están describiendo las heridas en su cuerpo que no fueron causadas por
“el parto”, sino por la gente que ellas contrataron para asistirlas durante ese
proceso.
Están hablando
sobre sus partes privadas, tanto físicas como emocionales. Pero el tabú más
poderoso que las mujeres están rompiendo, cuando cuentan las historias reales
de sus partos, es el que niega que el parto importa. Si escuchas las historias
lo suficientemente cerca, descubrirás que sí importa. Las mujeres importan.
Alrededor del mundo, las mujeres se están reuniendo para demandar sistemas de
atención de maternidad que las traten como se merecen, y ellas merecen respeto
y amabilidad, mientras dan a luz.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLa3ViwhHoFuPtqBQsUjmRbJ5MzEYPT3xONXoQsUbDjO0NOSsLdZhNoWDRyOgDFDq-ESeZt6QXBGu7yC_60Ove6dJ_5wiBcqQSUCspgiy68mpeZIBAH8Sy1V1P-d9I0xrC29hyphenhyphenV8TWWG8/s1600/Hermine-Hayes-Klein-US-Lawyer-and-Conference-Chair-600x270-300x135.jpg)